martes, 2 de octubre de 2012

Capítulo 5: Una compra... y un mal encuentro



Y así, mi nueva amiga Unga y yo salimos, y entonces pude ver el color real de su ropa: su conjunto era todo de color violeta, el cual hacía que el set pareciese más bonito que cuando lo vi en rojo.


Comenzamos a caminar por una calle. Entonces, Unga me dijo:


-Lanosa...


-¿Qué, Unga? - le pregunté.


-Me dijiste que me contarías el por qué de ese nick.


-Ah sí, es verdad. Pues mira...


-Miro.


-... su origen se remonta hasta hará unos 3 años más o menos. Al empezar en los juegos de rol online, no me hacía llamar así, sino Lana, un nombre de elfa que a mí me gustaba. Conforme conocía amigos, cada vez que me saludaban se inventaban una forma diferente de llamarme que se parecía a Lana. Y una de esas variaciones era Lanosa, la que más me gustó, y con esa me quedé.


-Ahm... interesante.


Me quedé en silencio un momento antes de volver a hablar.


-Y... dime tú el por qué de tu nick, Unga.


-Pues... yo tengo un hermano pequeño, cada vez que él se reía, decía “Unga”, y me hacía gracia, y pues con eso me quedé.


-Guau, yo pensé que viste alguna película o algo sobre trogloditas, que no paraban de decir “unga unga” jajajaja.


Seguimos hablando durante un rato, hasta que llegamos a una tienda. Me fijé en el rótulo de la entrada: “Moda femenina”.


-Aquí fue donde compré este conjunto - me dijo Unga.


Entramos, y pude observar que había muchísimos modelos de diferentes colores. Fui viéndolos uno por uno: un bikini, una ropa deportiva que parecía reforzada, una sudadera, un corsé...  hasta que encontré el modelo de mi amiga. Vi los diferentes colores que había, hasta que Unga me paró diciendo:


-Espera... ¿estás segura de querer comprarlo ahora?


-Emmm... - dudé un instante -, no lo sé. ¿Cómo puedo saber el tiempo que le queda a mi ropa actual?


-Míralo en tu inventario.


Eso hice, y comprobé que sólo tenía 6 días de durabilidad.


-Vaya... pues me gusta este set. ¿No hay forma de guardarlo?


-Claro que la hay - me dijo la dependienta, una chica ataviada con una ropa que parecía un chándal -. Existe el carro de la compra. Ahí puedes poner lo que quieras comprar, y cuando se te acabe ésa, comprar el nuevo conjunto.


-Ah, genial. Pero... ¿no hay que pagar por dejar cosas en el carro?


-Claro que no, ¿o acaso te cobran algo por llevar un carro cuando compras en una tienda real?


Tenía sentido lo que dijo la dependienta, así que, con el conjunto que elegí, en color amarillo, cogí un carrito con mi nombre inscrito en él, y dejé la ropa. Al irme, le dije:


-Gracias por atendernos, amiga.


-De nada, un placer ayudar - me respondió con una sonrisa.


Salimos del local, pero antes de formular palabra alguna, sentí un fuerte empujón, y caí de costado. Pude ver, a mi lado, que mi compañera también se cayó. Me disponía a levantarme, cuando una mano fuerte me cogió por la camiseta y me levantó. Entonces dijo:


-Vaya, vaya... ¿qué tenemos aquí? Dos novatas que se creen lo suficientemente buenas como para empujarme.


 Hice fuerza con mis brazos, obligándolo a soltarme. Me reacomodé la camiseta, mientras le preguntaba:


-Perdona, pero... ¿debería saber quién eres?


-Así que no sabes quién soy... - dijo con un tono egocéntrico que no podía, y al parecer no quería, ocultar, secundado por las risas de sus compañeros  -. Bueno, para que lo sepas, pequeña, soy Taejo, el mejor jugador del mundo.


*Sí, ya... el mejor* pensé, y le dije:


-Tío, con un lo siento me habría conformado.


-Jajajajaja, ¿la habéis oído? Me empuja ella a mí, y quiere que yo me disculpe - le dice a los demás en tono de burla, y los demás se la ríen. Entonces, Unga, que se levantó sola, dijo:


-Tiene razón, nosotras estábamos quietas cuando tú viniste arroyándonos creyéndote el amo del universo.


-Sí, anda y enfréntate a alguien de tu nivel... ¿o eres tan cobarde que tienes que gritarle a alguien de menos nivel que tú para sentirte mejor? - le pregunté.


Definitivamente, ésa fue la gota que colmó el vaso. El tal Taejo parecía rojo de ira cuando dijo:


-Muy bien, tú te lo buscaste. Te desafío a un duelo. Tú y yo solos, en el mapa Station 2.


En parte, me sentí satisfecha porque le dije una verdad que le dolió, pero ahora me veía obligada a jugar contra él... y quizá me vapulearía.


-Esto... ¿me permites un segundo? - le pedí.


Comprendí su silencio como un sí, así que me volví a Unga, y me dijo:


-¿Estás loca? Mira su nivel, te va a masacrar viva.


-No creas... si algo aprendí en este tiempo, es que un personaje, por muy fuerte que sea, si lo controla alguien que no sabe usarlo, es como si tuviera bajo nivel. Creo que podré con él, pero... tengo mis dudas.


-Tía, en serio... he visto vídeos suyos, y parecía realmente bueno.


-Bueno, quizá si sea bueno, pero en los vídeos se le ve en plan “huy, mira qué bueno soy, sé hacer todas estas cosas”, pero en la realidad puede que sea igual que yo.


-Estás loca... loca de atar. No aceptes, o te humillará.


-Que me humille si quiere, si me tiene que derrotar, no se lo pondré fácil.


-Bueno... es tu sentencia de muerte, no la mía. Arréglatelas sola si quieres, conmigo no cuentes.


-Para ser una amiga, me animas de una forma muy rara, tía...


Entonces, me volví y encaré a Taejo, y le dije:


-Muy bien, acepto.


-Tienes agallas, después de todo... vamos, tengo ganas de darte la paliza de tu vida.


Y nos dirigimos al coliseo, rodeados por la cuadrilla que seguía a Taejo. No veía a Unga... me dejó sola, la muy cobarde.